Hoy os voy a hablar de uno de los restaurantes más castizos de España. Y es que Can Rectoret no puede ser más profundamente catalán. Son ya seis las generaciones que llevan sirviendo estupendamente al público que acude a este local de la periferia barcelonesa. Mi abuelo, oriundo de Sabadell, disfrutó también en su día de platos como el «trinxat» de la Cerdaña (si queréis saber qué es, seguid leyendo ;-)).
El restaurante ocupa una masía del siglo XVI, que conserva su estructura original, vieja, grande y con mucho sabor:

Entrada a la típica masía catalana.
Entrance to the typical Catalan farmhouse («masía»).
Eingang zum typischen katalanischen Bauernhaus («masía»).
Nosotros, aprovechando el día -con sol, pero algo fresco- decidimos comer en la terraza, que era de lo más apetecible:

La terraza no puede ser más agradable y relajante.
The terrace could not be more enjoyable and soothing.
Die Terrasse konnte nicht mehr angenehm und beruhigend sein.
Al lado un jardincito estupendo, cubierto con una tela para que no diese el sol directamente a los clientes. Fue un gusto comer al lado:
Ya en la mesa, y como llegamos tarde, nos encontramos a mis padres comiendo un aperitivo que, jamón ibérico aparte, no me puede gustar más:
Como siempre, pedimos algo de picar y un segundo para cada uno. Y postres, que esta vez no nos cortamos en absoluto.
Lo primero que nos trajeron fue unas virutas de alcachofas fritas. Fantástica materia prima, hecha a la perfección. Sabrosas, crujientes… en fin, que cayeron como si fueran patatas fritas.
Nuestra siguiente víctima fue el combinado de setas a la brasa. Estaba muy bueno y sabroso, pero de «combinado» tenía lo justo, ya que sobretodo eran champiñones y setas de roble (de este segundo tipo no estoy segura, porque no soy buena micóloga).
Mi padre fue el encargado de terminar con los caracoles. Yo probé uno, pero no puedo ser objetiva, porque sólo la textura me echa pá trás, aunque la presentación me gustó mucho, clásica, sencilla y honesta. Según él, estaban fantásticos.
El último de los aperitivos consistió en el trinxat de la Cerdaña que os he adelantado antes. Pues bien, este contundente plato consiste en un revuelto de col y patata cocidas y butifarra negra. La verdad es que tenía mis dudas (odio la col), pero estaba buenísimo.

Trinxat: revuelto de patatas, col y butifarra negra.
Trinxat: mashed potatoes, cabbage and black pudding.
Trinxat: Kartoffelpüree, Sauerkraut und Blutwurst.
En cuanto a los segundos, el más popular -porque nos lo pedimos mi madre y yo- fue la butifarra con judías de «ganxet» (me encanta el nombre en catalán: botifarra amb mongetes del ganxet). Un plato sencillo, con buenas materias primas. Poco más que decir, salvo que os lo recomiendo. Y que venía acompañada por un par de torreznos demasiado aceitosos.
Mi tía se pidió también un plato típico: huevos fritos con sanfaina -una especie de pisto con patatas- que tenían una pinta notable. Y como ella no se quejó, doy por hecho que el sabor hacía honor a su aspecto:
Siguiendo con platos castizos, mi padre pidió un bacalao a la llauna que estaba pá cantarle una sardana -si supiera alguna, claro-.
Y mi primo Álvaro optó por un plato tan castellano como la paletilla de cabrito que, como el resto de platos, tenía un aspecto sencillo y fantástico. Tampoco oí quejas por su parte.
En cuanto a los postres, mi madre optó por una tarta de queso, que se veía bien casera, como todo lo demás. La probé y estaba muy buena de sabor, pero algo seca.
Mi tía optó por un helado, un postre normal del que no voy a poner foto porque me estoy agobiando por lo largo que queda esto.
Mi padre fue el que más acertó, pues fue a lo más castizo: una crema catalana. Me dejó probarla y estaba deliciosa, con el azúcar perfectamente quemado, un sabor suave… vamos, que el recuerdo me está haciendo salivar.
Álvaro eligió terminar la comida con una tarta de chocolate. Para verdaderos adictos, pero muy bueno.
Y yo terminé con unos profiteroles, que no tomaba desde que fui a la Accademia del gusto. Estando estos muy buenos, tengo que reconocer que aquellos eran mejores.
Cuando fui al cuarto de baño, aproveché para hacerle una foto a la brasa, que tenía un pintón. Me gustó mucho el detalle de que cuando el camarero que nos estaba sirviendo me vió, me ofreció entrar en la cocina para hacer mejor la foto. Además de la amabilidad, me gustan mucho los restaurantes que enseñan su cocina, mostrando que no tienen nada que esconder.
Del servicio, como podéis intuir por el párrafo anterior, decir que es fantástico y de lo más agradable. Es verdad que están acostumbrados a atender al público en catalán, y al principio al camarero que nos atendía le costó dirigirse a nosotros en español, pero superados los 5 primeros minutos de adaptación no hubo problema alguno.
En cuanto al precio de la comida -que regamos con vino, coca-colas y agua a raudales- fue de 172€, es decir, cerca de 35€/cabeza. Muy aceptable dadas las cantidades que nos metimos entre pecho y espalda.
Conclusión: restaurante en una masía de toda la vida, lo que da un toque rural de lo más agradable. La comida es buena, tradicional y casera, en raciones abundantes y con precios muy justos. El servicio muy amable, de los que llevan toda la vida trabajando allí. Si estáis en Barcelona y queréis escapar del bullicio de la ciudad -está a media horita en coche-, aquí tenéis una magnífica opción.
Conclusion: restaurant in a farmhouse, what adds a pleasant rural touch. The homemade food is good, traditional, in generous portions at fair prices. The waiters are very friendly and they seem to have worked there their whole lives. If you are in Barcelona and you want to escape the bustle of the city, here’s a great choice.
Fazit: Restaurant in einem Bauernhaus, die bringt eine angenehme ländlichen Touch. Das hausgemachte Essen ist gut, traditionell, in großzügigen Portionen mit fairen Preisen. Die Kellnern sind sehr freundlich und sie scheinen wie sie ihr ganzes Leben dort gearbeitet haben. Wenn Sie in Barcelona sind und Sie wollen der Hektik der Stadt entfliehen, hier ist eine gute Wahl.
¡¡¡Sed buenos y felices!!!
Categorías:Cataluña, RESTAURANTES POR ZONA Y PRECIO, Resto de España
Por cierto, me ha dicho un lector catalán que eso de «pan tumaca» es una ordinariez. Los que queráis decirlo bien, sabed que tenéis que hablar de «Pà amb tomàquet» o «pan con tomate».
Yo no lo he cambiado en la crítica porque creo que el toque ordinario tiene su gracia. 🙂
Hace unos años que frecuentamos este restaurante que lo tenemos al lado de casa y nos gusta mucho y la atencion al clienta tambien todos sus platos estan muy buenos el surtido de ibericos esta buenisimo bueno en general todo esta muy bueno os lo recomiendo
A mí también me encantó. Y la próxima vez que vaya por Barcelona intentaré volver. 🙂