Pocas cosas me hacen más feliz que unas buenas ostras. Y anoche fui probablemente una de las personas más dichosas de España. Porque las de «El Barril de Recoletos» están estupendas.
Lo cierto es que no pensábamos cenar allí, sino simplemente dar un paseo. Pero vimos la carta y no pudimos contenernos: mariscos, arroces… ¡y yo ya venía con hambre! Decidimos que no nos la jugábamos mucho, porque es una de las marisquerías conocidas de Madrid y porque er género (no puedo evitarlo,¡adoro esta expresión!) estaba a la vista.
Lo bueno de las marisquerías es que no engañan. Sabes que no vas a comer «langostino desestructurado», ni «humo de percebe». Porque el langostino y el percebe están muy bien como están y no tenemos por qué molestarlos. Sabes también que si es buena, no será barata, porque es marisco. Y eso fue lo que nos encontramos.
El local está dividido en dos salas: una de barra y mesas altas y otra de restaurante. Las dos tienen la misma carta (y precios), pero en el restaurante está mejor presentada. Y entre eso y que sólo quedaba una mesa alta al lado de la puerta, decidimos pasar al restaurante.
Una vez allí nos pusieron unas aceitunas gigantescas que estaban estupendas y de las que se me olvidó hacer foto (y tampoco creo que sea muy importante, la verdad). Además, nos sirvieron un pan muy bueno y un aperitivo, que estaba estupendo, aunque no nos dijeron qué era (lo cierto es que era fácil: una especie de cerdo caramelizado muy bueno):
Eso sí, por el pan, las aceitunas y el aperitivo te clavan 2,5€/cabeza, que no es mucho pero da rabia. ¿No se lo cobran ya con el resto de los platos? Son ganas de quedar mal…
Y después de esto, pasamos a lo serio: el marisco. Como he adelantado, las ostras estaban de muerte. Y lo mismo digo de las navajas. Y cuando la materia prima es tan excelente, poco hay que comentar. Aquí tenéis las fotos (ya os advertí que iba con hambre, así que les falta una ostra y 3 o 4 navajas):
A esto le siguió un maravilloso arroz caldoso con carabinero. El arroz en su punto y bien sabroso, el carabinero fresco y bien hermoso, y Edu a mi lado…¡casi lloro de la alegría!
Y todo esto lo regamos con un buen vino blanco de Rueda, de cuyo nombre no me acuerdo pero que estaba estupendo y bien de precio.
Como os imaginaréis, después de esto no pudimos pedir postre, porque estábamos hasta arriba. Eso sí, Isabel (que conoce muy bien este restaurante) recomienda las filloas. Os lo dejo caer por si os veis con fuerza.
En cualquier caso, no pudimos decir que no a unas trufitas estupendas que nos pusieron. Aunque parecían trufas normales, por dentro eran de chocolate blanco. Un final estupendo para esta comida.
Concluyendo: el servicio muy bueno, rápido, atento y educado; la materia prima inmejorable, cocina (lo digo por el arroz) de maestros y la cuenta bastante alta (102€ en total, 51€/pers). Pero pagas encantado porque lo vale y lo disfrutas de verdad, y no sales con la sensación de que te han timado. Aunque un detalle que no me gustó es que los precios de la carta no incluyen IVA (sí, son sólo 10€ y por ello no voy a dejar de cenar aquí, pero queda muy feo).
Y os dejo ya. Que me han aconsejado que menos palabras y más fotos. No sin antes dejaros las señas de esta marisquería tan estupenda:
Dirección: C/ Recoletos, 9
Teléfono: 91 436 11 01
¡Sed buenos y felices!
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