Sí, todos hemos oído algo sobre la aromaterapia. Yo personalmente la asociaba a centros de estética y masajes, a terapias relajantes y cosas de esas. Pero resulta que los aromas de la comida no sólo influyen en los estados de ánimo, sino también en nuestra forma de comer. Y no lo digo yo, sino un estudio de la Universidad de Wageningen  (Países Bajos) y otro de la misma universidad, del NIZO Food Research y del Top Institute Food and Nutrition.

Según estos estudios, parece que:

• Los aromas cítricos (limón, naranja, pomelo…) aumentan la actividad física, acortan el tiempo de respuesta, reduce las emociones negativas y condiciona la elección de alimentos (se eligen más mandarinas y menos queso). No sé… huela lo que huela, a mí el queso me apetece siempre.
• El olor a vainilla, por el contrario, aumenta los comportamientos y emociones introvertidas.
• La intensidad del aroma de la comida influye en el tamaño del bocado: a más intensidad, menor bocado (hasta un 5% menor). Esto resulta francamente interesante, porque nos muestra otra forma con la que se podría conseguir una disminución en el consumo calórico. Me gustaría que la reducción pudiera ser mayor que el 5%, pero qué se le va a hacer…

Y ya está. No se dice nada más en estos estudios. Realmente resulta interesante ver como los aromas (sean de lo que sean) influyen en el comportamiento humano, y por eso he decidido hacer una entrada sobre ello. Pero la falta de profundidad de lo que he leído me ha desilusionado. Esperaba algo más.

No obstante, estaré al acecho de futuras noticias sobre la materia, que despierta mi curiosidad y espero que la vuestra.

¡Sed buenos y felices! Y que vuestro pavo huela lo más posible a trufa en estas fechas 

 P.D: La foto de portada es de Sergio Hernando y la he sacado de esta página.

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