“Como en casa en ningún sitio” y es que, por lo menos en la mía, se come de vicio. Pero si por lo que sea tenéis que comer fuera, os recomiendo “Finos y finas”, porque…¿a quién no le gusta una buena comida de toda la vida? Lo que es a mí, me encanta. Por eso salí tan contenta.
Quedamos para cenar Ana, María y yo. Como llegué tarde, ellas me esperaban en la barra (sí, tienen una barra con tapas de lo más variado y baratitas) con un par de cañas y una tapa de cecina (de las tapas que ya no quedan: de las que te ponen gratis al pedir la bebida, detalle que me encantó).
La verdad es que el local por fuera es bastante normalito, llegando a parecer un simple bar, porque desde la calle prácticamente se ve sólo la barra (primera foto). Pero entras y enseguida te das cuenta de la decoración sencilla pero cuidada, con buena iluminación, aunque quizás excesiva. El ambiente tranquilo y nada ruidoso. Un gustazo.
El primer detalle que me encantó fue lo que me contaron mis amigas: que llegaron antes de que abriera el restaurante, pero las dejaron pasar y sentarse en la barra para que no se murieran de frío en la calle. Es curioso, porque he leído algunas críticas que tachan de frío al personal. La gente a veces no sabe de lo que habla…
Cuando nos sentamos en la mesa enseguida nos atendió Arantxa, la sumiller e hija de los dueños (sí, es un restaurante de los que me gustan: familiar). Me recomendó un vino blanco estupendo -a mí me encantan afrutados- del que nunca había oido hablar:
Y después llegó lo duro: elegir los platos. Íbamos con la oferta de El Tenedor, por la que nos daban un 50% de descuento en carta siempre que pidiéramos un segundo y un primero o un postre por cabeza. Todo nos parecía muy apetecible, pero la verdad es que lo que más llamó nuestra atención fueron los primeros, así que tuvimos que hacer malabares para cumplir los requisitos de la oferta. La nota mental que me hice fue que a lo mejor compensaba ir sin oferta y no pedir tanto… eso lo decidís vosotros.
Lo primero que nos sirvieron, por recomendación de Arantxa, fueron las croquetas de berberechos con salsa de carabineros. Fue el plato que más nos sorprendió por su originalidad. La pinta era buena, y las croquetas servidas como en casa (primera foto). Lo que ya no era tan normal era lo buenas que estaban y la pinta que tenían una vez abiertas (segunda foto). ¡Me dan ganas de volver y no dejar ni una! ¡Que nivel, Maribel!
Luego seguimos con la empanada de codorniz en escabeche y boletus (creo que eran estos los ingredientes, pero fuimos el jueves y no estoy segura). La cogimos con tantas ganas que no hice foto, pero estaba buena (aunque no pá ponerle un piso) y se veía bien casera. Hice fotos a lo que nos quedaba cuando me dí cuenta:
La carrera gastronómica siguió adelante con unos chipirones en su tinta y un buen arroz blanco. Plato de toda la vida del que si se hace bien no hay más que decir.
Y parece que estábamos “arrozadas”, porque lo siguiente fue un arroz meloso con boletus y huevo que estaba pá caerse de espaldas. Primero te lo enseñaban con los huevos “estructurados” -primera foto- y luego los “desestructuraban” -segunda foto- y te lo servían. Estaba muy bueno y sabroso, y en su punto de cocción. Ni yo lo habría hecho mejor. Y ya sabéis que soy una cocinillas…
A estas alturas ya estábamos para volver rodando a nuestras respectivas casas. Pero todavía quedaba algo estupendo y que a las tres nos pareció muy original: el sándwich de roastbeef. Hermoso de tamaño, y relleno de un más que notable roastbeef.
Por último, y por exigencias del guión (escrito por El Tenedor), pedimos un postre: sorbete de limón. Nada que decir sobre una cosa que si es buena sabe igual en todas partes:
Y ya está.
La cuenta fue de (con el descuento del 50% en los platos) 63€, por lo que con propina se nos quedo en 24€/cabeza. Muy razonable para todo lo que comimos, la verdad.
Conclusión: a estas alturas ya os habréis dado cuenta de que si hay una palabra que defina este restaurante, es ”casero”. Comida normal, sin grandes alardes ni florituras, de esa que sabes lo que lleva, y con buena materia prima. Ambiente tranquilo. Personal cercano, agradable y familiar. No es el típico restaurante elegante, pero sí cómodo y honesto. Las raciones son más que generosas, por lo que no hace falta pedir tanto como hicimos nosotras -sí la hace si quieres que te apliquen la oferta, claro-.
Yo pienso volver. Y creo que Ana y María también. Y lo que seguro que repetiremos serán las croquetas.
¡¡Ah!! Y recordad lo que os he dicho al principio: también tienen una barra para tapear.
Aquí tenéis los datos:
C/ Don Ramón de la Cruz, 49
Teléfono: 915 77 93 79
¡Sed buenos y felices!
Categorías:informal / de diario / tapas, M - Madrid, RESTAURANTES POR ZONA Y PRECIO, S - Salamanca, Sal - 15-25€, SI TU PLAN ES...
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