Hacía tiempo que me apetecía conocer este sitio. Leí una crítica estupenda sobre sus perritos calientes hace como un mes, pero parecía imposible llegar a probarlo. La primera vez que reservé, me cancelaron ellos la reserva y la segunda tuve que cancelar yo. Pero ayer lo conseguí. Y la verdad es que salí bastante contenta, pero no tanto como prometía la crítica.
Se trata de un restaurante pequeño y acogedor, bien decorado, con fotos antiguas y mucho gusto. Tiene una zona de barra y tapas (cerca de la puerta, al fondo de la foto) y otra de restaurante.
Como llegamos un poco antes de la hora de la reserva, decidimos tomarnos una copita de vino blanco en la barra. Allí tuvimos un primer contacto con Fabrice, el dueño, y tanto a Edu como a mí, nos llamó la atención su buena pinta.
Llegada la hora, decidimos sentarnos y comer, que era a lo que habíamos venido. La carta no era demasiado extensa, pero era difícil escoger. Ya sabéis, más vale poco y bueno que mucho y regular/malo. El caso es que nos costó elegir, pero al final nos decidimos por unas anchoas del cantábrico con pan de cristal, que estaban estupendas, grandes, sin espinas y con el punto justo de sal:
Pero las anchoas no fueron el único entrante. También nos pedimos una piadina, que son como pizzas con base de tortilla mejicana y que son de los platos más conocidos de Duke. Optamos por la castiza, con queso, huevos de codorniz, morcilla y piñones. Para mi gusto estaba estupenda, pero escasa en huevos de codorniz. Los piñones le daban un punto excelente. A mí me encantó, pero Edu dijo que hubiese preferido tomate triturado a tomate frito. Para gustos, colores.
Después vinieron los platos fuertes. Yo me pedí una fabada con guindillas (tengo que reconocer que la idea original era compartir platos, pero luego a cada uno le apeteció lo suyo, aunque probamos lo del otro). Aparté las guindillas y me comí la fabada, que estaba muy buena, aunque tengo que reconocer que las he probado mejores.
Edu optó por pedir el clásico de Duke: perrito caliente en hojaldre. Como perrito caliente estaba muy bueno: buena salchicha, buen hojaldre y un toque estupendo de parmesano. Le pareció algo seco, pero como yo apunté: ¿qué esperaba, un hojaldre húmedo? La presentación me gustó mucho, con el ketchup y la mostaza formando la bandera de España. ¡Ole, ole y ole!
Esta vez no pudimos resistirnos y tomamos postre. Yo pedí una tarta de limón, que son mi perdición, pero tengo que reconocer que si bien no estaba mala, tampoco era demasiado buena. Podía haber pasado sin ella.
Edu se pidió un brownie que, como él mismo apuntó, es muy difícil que te falle. También estuvo de acuerdo en que nos lo podíamos haber ahorrado y no por malo, sino porque todo lo que comimos nos costó una digestión de 8 horas.
Regamos todo con un vinito blanco (Rueda) de la casa, a 15€/botella.
Y al final la comida nos salió por 71€. Unos 36€/barba. Creo que muy bien, porque no nos privamos de nada (primero, segundo y postre cada uno, además de vino).
Al irnos, dejé la tarjeta del blog a Fabrice que nos recomendó volver otro día por la noche porque, en sus palabras, “hay un ambiente más clandestino”. Volveré para contároslo, que esas cosas me encantan. Pero no comeré tanto.
Tenéis los datos para hacer la reserva en la tarjeta, que os vuelvo a poner aquí (intentad no reservar a través de “El Tenedor”, que nos dejó bien claro que no le gusta nada).
¡Sed buenos y felices!
Categorías:informal / de diario / tapas, RESTAURANTES POR ZONA Y PRECIO, S - Salamanca, Sal - 25-35€, SI TU PLAN ES...
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