Para quien no lo sepa (imagino que pocos) “Adolfo” es un mito de la hostelería. Y lo que pasa cuando vas a comer a un restaurante mítico es que tienes tantas cosas en las que fijarte que cuando vas a escribir sobre él no puedes hacerlo en un solo artículo, porque se te queda corto. Por eso he decidido escribir dos posts: uno sobre los detalles que hacen de este restaurante uno de los mejores de España y otro sobre la Sra. Comida que nos dimos para celebrar el cumpleaños de mi madre.
La primerísima ventaja que tiene “Adolfo” es que está en pleno centro de una ciudad tan única como Toledo. ¡Ahí es ná! Pero bueno, Córdoba también es una preciosidad y no tenemos allí un restaurante como este.
El nombre de la calle donde está es algo que siempre me ha hecho mucha gracia, aunque no sea mérito suyo.
Pero ya me dejo de rodeos y os cuento cosas del restaurante.
El primer detalle que me gusta está ya en la entrada: la cocina está a la vista. Estos señores no tienen nada que esconder, todo impoluto, brillante, reluciente y apetitoso.
Pero no os penséis que nos ponen a comer aquí en medio. Esto es “sólo” el recibidor. Luego te pasan a comer al patio de una antigua casa toledana que es una auténtica preciosidad. Pero esa foto la dejaré para la segunda parte del post –“Adolfo (comida)”–.
Lo que distingue a restaurantes como “Adolfo” de otros más mediocres es el trato que dan al cliente. Una auténtica gozada.
El primer detalle que me encanta es la mantelería (de lino), la vajilla y la cubertería, un canto al buen gusto y al art de vivre. Cada bajoplato diferente y todos bien bonitos. Una mesa bien puesta es un placer en sí mismo y predispone al comensal a disfrutar de la comida. Eso es exactamente lo que hicimos nosotros: disfrutar como enanos.
Hasta el hielo de las bebidas tenía algo especial… era redondo.
Volviendo a la foto de la mesa, en la parte superior derecha hay una especie de platito cuadrado algo cóncavo en el que nos pusieron un aceite de Toledo que, a pesar de ser yo una firme defensora del aceite andaluz, debo reconocer que era soberbio. He aquí otra cosa que me gusta de Adolfo: en la medida de lo posible, patrocina los buenos productos de su tierra.
Evidentemente, el aceite no iba solo, sino acompañado de dos tipos diferentes de pan. El pan de cristal es gracioso de aspecto, pero incómodo de comer -genera muchas migas- y casi aire. Yo me quedo con el de pasas, calentito y con miga, como el toda la vida.
Como en la mayoría de todos los buenos restaurantes (entre otros, lo hacen en “La Paloma” y en “El Comité“, pero de forma más escasa), te sirven unos magníficos aperitivos mientras esperas a que te llegue el primer plato.
Lo primero que nos sirvieron fue una especie de pan enroscado a modo de ensaimada con un poquito de tomate y especias que te recordaban al sabor de la pizza. Tierno y sabroso. Todo un acierto para abrir boca.
Seguimos con un aperitivo igual de sencillo que delicioso: unas buenas aceitunas aliñadas y unas verduras fritas fantásticas:
Antes de servirnos los primeros nos dieron otra cosa que estaba francamente buena: tartar de lubina. Tan buena que te daban ganas de decir: “sí, lo he probado. Ahora has despertado al monstruo y quiere más”:
¿Y creéis que con esto se terminan los aperitivos de “Adolfo”? Yo sí lo creía. Pero lo cierto es que después de este fantástico tartar nos dieron una tacita con sopa de calabaza que estaba de vissssio.
A la sopa siguieron unos platos inmejorables que os describiré en el próximo post, porque a pesar de todas estas fotos de aperitivos maravillosos, os recuerdo que aquí sólo me estoy dedicando a los detalles y no a la comida “con chicha”, que la hay y está pá ponerle no un piso, sino un palacete de los buenos.
Y sí, ya he terminado los aperitivos. Pero no por ello aquí se terminan las cosas buenas. Porque después de los postres nos trajeron unos dulces estupendos para el café consistentes en mini-tartas de limón, trufitas, almentras chocolatadas y mazapanes de Toledo. ¡¡¡Mmmmm!!! No se pueden escribir estas cosas antes de comer…
Otro detalle fantástico fue que cuando le dijimos a Carlos, el maître (fantástico profesional, cercano pero siempre educadísimo: se nota que lleva toda la vida en esto), que estábamos de celebración, nos invitó a una botella de buen champán -de la que no hice fotos- y trajo esto para mi madre:
Al final de la comida, Adolfo trajo una cajita de mazapanes para las señoras de la mesa. Así da gusto.
Esto en cuanto a detalles comestibles. Porque lo mejor fue pasar un buen rato de charla con Adolfo, un tipo encantador, al día y un fantástico relaciones públicas y comercial. Nos abrió una botella de vino de su propia cosecha que compartió con una pareja de mexicanos simpátiquisimos y mil veces más hedonistas que nosotros -sí, es posible-, que no dudaron en sentarse en nuestra mesa para pasar un buen rato.
¿Y qué más? Pues que la carta de vinos -a la que tampoco hice fotos- parecía un libro de los largos y de los que da gusto leer: escrita en buen papel y con una encuadernación de las de antes.
Y nosotros, que queríamos ver Toledo, salimos de comer a las seis y media de la tarde. Y ya pensamos que from lost to the river, así que nos fuimos al Parador a tomar un gin-tonic disfrutando de las vistas que ofrece una ciudad como Toledo.
Ahora, y sólo para despertar vuestra curiosidad y que estéis pendientes de la continuación de este artículo, os dejo aquí la carta:
La dirección y el teléfono os las daré en la entrada de “Adolfo (comida)”, pero ahora simplemente quedáos con esta idea: merece la pena ir a Toledo sólo por comer aquí, pero es que además la ciudad es incomparable. Así que no lo dudéis y venid por aquí en cuanto tengáis oportunidad. Será una comida -o finde, si os estiráis- de esas que se recuerdan toda la vida. Y como véis, no es sólo -pero sí en gran parte- por la comida.
Así, no me extraña que los guiris salgan de aquí cantando el Viva España.
¡¡¡Sed buenos y felices!!!
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Me encanta tu blog, dan ganas de empezar a escribir .
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En Este blog se usa el mismo template que tenía en el
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¡Me alegro de que te guste! Llevo un año y medio con el y la verdad es que me lo paso genial escribiendo.
Por supuesto,utiliza las imágenes que quieras. Eso si, te agradecería (aunque no tienes por qué), que pusieras que las has sacado de mi blog, para darme así un poco de publicidad 😉
¡Feliz Navidad!