Patricia no se equivocó al escoger este 3×1 para celebrar su cumpleaños. Y digo “3×1″ porque no estamos ante un simple restaurante, sino que se trata de un restaurante/tienda/academia de cocina. ¡¡Y todo fantástico!! Creo que básicamente quieren dar a conocer la verdadera y buenísima cocina italiana que ya es apetecible desde la calle:
La verdad es que he tenido un auténtico dilema a la hora de elegir por dónde empezar este post: ¿por la tienda? ¿por la academia? ¿o por el restaurante? Al final he decidido ir poniendo todo por el orden por el que me lo encontré, por lo que os advierto desde ya que LA COMIDA ESTÁ AL FINAL DEL ARTÍCULO.
Porque conforme entras, te encuentras con un mostrador de una tienda de ultramarinos bien puesto, con charcutería, quesos y, por su puesto miles de tipos de pasta.
¡Y me encantó la parte de las pastas! Os advierto desde ya que son artesanales y si las queréis, tendréis que encargarlas. ¿Son o no son geniales?
Y al fondo teníamos la academia (fijáos en la primera foto del mostrador), donde un grupo de amigos puede ir a aprender a cocinar y a comerse luego lo hecho. ¿No os parece una idea estupenda?
En fin, nosotras decidimos subir las escaleras, donde nos encontramos con un MUY pequeño restaurante (por eso hay que llamar para reservar), limpio y acogedor, con vino por todas partes:

Las otras dos mesas del restaurante. Sé que la foto está algo torcida, pero permite que os hagáis una idea del lugar
Se ve muy poco, pero al fondo de esta foto estaba nuestra mesa con el buffet de comida. Y es que os explico: como este sitio es academia, se cocinan en él todos los días varios platos italianos. Por otra parte, como también es tienda, tiene todo tipo de antipasti de la tierra. Así que aquí la comida que ofrecen a los clientes consiste en un buffet de primero (no os llenéis con esto, que queda lo mejor) y un segundo plato a elegir entre dos posibilidades (sí, sé que son pocas, pero las dos son tan apetecibles que es difícil elegir).
Aquí tenéis la mesa llena de auténticas delicias:
Eso sí, nosotras pensábamos que era todo para nosotras (éramos 4 y casi estábamos asustadas) pero no, la mesa es para todo el que venga a comer, así que al final casi te asustas porque pueda haber poca. Pero no. Como soy consciente de que los platos se ven con poco detalle -alguno ni eso- hice fotos individuales de cada uno de ellos.
Aquí tenéis una mortadela trufada que estaba pá cantarle el brindisi de “La Traviata” (magnífica versión con Plácido la que os enlazo, por cierto). Nunca me había tomado la mortadela como un aperitivo serio, pero esta estaba finísima e impecablemente cortada, con un aroma y un sabor a trufa meravigliosi. Volveré a comprarla (en el momento salí tan llena que casi me parecía inmoral comprar comida).
El salami al ajo también era estupendo y le valdrían casi todos los comentarios que he hecho sobre la mortadela (salvo el aroma):
Una cosa original -aunque últimamente se está poniendo de moda- fueron los tomates secos. O, mejor dicho, semisecos. La originalidad aquí residía en que los había verdes y rojos. Y no nos conseguimos poner de acuerdo en cuáles eran mejores.
En cuanto a los quesos, estaban muy buenos, aunque aquí -y sin que sirva de precedente- me quedo con los de Francia. No me acuerdo de sus nombres, así que os dejo sus fotos. Me gustaron todos, desde el parecido al brie hasta los crostini con gorgonzola, que es uno de mis preferidos.
El queso se acompañaba de una gran variedad de panes (con tomate, con cebolla, picos con sabor a pizza…)
Estos aperitivos venían acompañados por otro más contundente: un roastbeef con salsa de atún que estaba para cantar el “Será porque te amo”. Y eso que al principio piensas que la salsa de atún no pega nada con una carne…¡¡¡Que subidón!!!
Si os soy sincera, había tanta delicia engordífera que no probé la ensalada. Pero me debo a mi público, así que le hice una foto para vosotros. Y me dijeron que estaba buena.
En cuanto al segundo plato, ya os he avanzado que sólo podíamos elegir entre dos. En nuestro caso las opciones eran una sopa de queso con trocitos de pan o unos tagliatelle con algo de picante, setas y un poco de parmesano rayado. Las cuatro (sí, todas) optamos por los tagliatelle. Aquí otro puntazo para el camarero, que nos advirtió de que era un plato picante y cuando nos vio asustadas, nos dijo que no era para tanto, que no estábamos en un mexicano y que se dejaban comer. Los pedimos con miedo al típico “no pica nada…” mentiroso cual bellaco, pero efectivamente se cumplió lo que nos había dicho: se notaba, pero en su punto justo para dar sabor al plato (y vaya por delante que yo no soy NADA aficionada al pique). La pasta en sí estabapá caerse de espaldas. Y la ración era bastante generosa.
Cuando terminamos y el camarero nos enumeró los postres, no sabíamos cuál elegir, así que optamos por pedir 4 de los 5 que había y compartirlos todos:
Empezaré con el que menos me gustó: el panetone. En calidad de panetone estaba increíblemente bueno: textura nada seca, tierna, suave y agradabilísima de comer. El problema es que no me gustan las pasas, por lo que este nunca será mi postre preferido. Pero si os gustan las uvas secas, veréis en él un manjar de dioses. De gustarme un panetone en el mundo, sin duda sería este.
Y continuando de menos a más, ahora viene el tiramisú. Estupendo. Ligero y con mucho sabor. Pero aquí otra vez entran en juego mis gustos personales y es que, aunque me guste, no me apasionan los postres con café. Y este toque que a las demás les gustó mucho, fue el que a mí me hace ponerlo en segundo lugar. Pero todas estaban encantadas, que conste.
Y a partir de ahora no hay orden, porque los dos postres siguientes hicieron que se me saltaran las lágrimas. Voy a hablar de los profiteroles para seguir con el toque achocolatado de antes. Estaban rellenos de una nata ligera y espumosa que no era la típica nata montada, sino algo mucho más suave y delicado. Y la salsa no era simple chocolate, sino una mousse (prometo que debajo estaban los profiteroles) que te hacía casi llorar de alegría.
Y el último postre era una tarta de frutos rojos, con masa quebrada y algo de rayadura de naranja -o, por lo menos, un toque cítrico que se le parecía mucho- que le daba un punto fresco buenísimo. Inmejorable, de verdad.
Ahora que estoy rememorando la comida y viendo sus fotos, mi cara se parece algo a esta:
Regamos esta comilona con una botella de lambrusco que estaba muy bueno. Eso sí, ahora viene el que creo que es el único punto negativo que tuvo esta comida: no sé a vosotros, pero a mi ellambrusco me encanta bien frío, y aquí lo sacaron más bien templado y trajeron la “camisa” (el utensilio que se mete en el congelador y sirve para conservar el vino bien frío) bastante tarde. Pero eso es todo, ni una pega más en cuanto a la comida.
Sólo había un camarero para atender todas -las 3- mesas, agradable y que sabía de lo que hablaba. Italiano. Como tenía que subir las escaleras, no podía hacerlo con más de tres platos, por lo que siempre había que esperar un poco (pero nada que molestase).
En cuanto al precio: el menú de dos platos (el buffet y el segundo, sin bebidas ni postre y creo que sin pan) cuesta 12,9€. Como habéis visto, nosotras sumamos una botella de lambrusco, un par de botellas de agua, el pan y los cuatro postres. Al final fueron 85€, es decir, 21,25€/cabeza.
CONCLUSIÓN: inmejorable comida italiana en cantidades ingentes. Y si te gustan los aperitivos, puedes comprar la mayoría en su tienda. Servicio agradable y precios más que razonables. Yo pienso volver, y a vosotros os lo recomiendo vivamente. Por eso os dejo los datos:
C/Cristóbal Bordiú nº55
Teléfono: 91 535 37 28
E-mail (si no cogen el teléfono, mandad un e-mail y os llamarán enseguida):info@accademiadelgusto.es
tanto como Romina y Albano en sus buenos tiempos
Categorías:C - Comida Internacional, Ch - Chamberí, Chamb - 15-25€, informal / de diario / tapas, Italiana, M - Madrid, RESTAURANTES POR ZONA Y PRECIO, resultado de un antojo culinario, SI TU PLAN ES..., un plan de chicas
Deja una respuesta